La Reserva Natural de Corbalán forma parte del «Gran Chaco», bosque seco más grande de Sudamérica. Abarca un cuarto de millón de kilómetros cuadrados, distribuidos entre Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. Ocupa 50 ecosistemas diferentes, adaptados a crecer en condiciones de aridez.
Corbalán se encuentra en El Chaco, una región en Bolivia que se ha mantenido prácticamente intacta.
Lo que le hace falta en términos de exuberante vegetación (que a menudo pasa desapercibida en comparación con su hermano más llamativo, el Amazonas), lo compensa con sus complejas especies de flora y fauna.
Nos centramos en tres áreas:
Las principales amenazas a la estabilidad del ecosistema de Corbalán (como el resto del Chaco) son: la deforestación de los bosques autóctonos, la excesiva dependencia de la producción ganadera, el sobrepastoreo, los incendios, la gestión insostenible de los recursos hídricos, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.
La vegetación se denomina quebrachales, tiene grandes bosques de madera dura en los que dominan varias especies de quebracho y que son económicamente importantes como fuentes de tanino y madera.
La fauna silvestre incluye tapires, pecaríes, osos hormigueros gigantes (Myrmecophaga tridactyla), acharatas (Ortalis canicollis), armadillos gigantes (Priodontes maximus), el lobo de crin (Chrysocyon brachyurus), el ciervo palustre, el guanaco (un camélido emparentado con la llama) y los jaguares. Hay 3.400 especies de plantas (400 son endémicas), 150 especies de mamíferos (12 de las cuales son endémicas) y casi 500 especies de aves. Es uno de los últimos grandes refugios del ñandú (o nandu), un gran pájaro sudamericano que no vuela.
Es la zona más deforestada del planeta.
Cada mes se tala una superficie dos veces mayor que la de Buenos Aires.
Nuestro trabajo con PROMETA consiste en fortalecer el área de conservación de Corbalán como corredor biológico y contribuir a la recuperación de las funciones de los ecosistemas, es decir, la fertilidad del suelo, la disponibilidad de recursos hídricos, el equilibrio de CO2, los hábitats y, en definitiva, la recuperación de la resiliencia de los ecosistemas.
Lo más importante para los habitantes del Gran Chaco, es que la obtención de beneficios medioambientales contribuya a reducir la pobreza y a mejorar los medios de vida.